Era una vez en un pueblo llamado Kinda, había un rey y un príncipe (Walid) que hicieron un certamen de poesía y se presentó Hammad, que había ganado el certamen en tres años consecutivos y el príncipe se enfadó.
Cuando murió el padre del príncipe a él lo hicieron rey y le dio a Hammad que hiciera un archivo y una alfombra, todo este trabajo le ocupaba todo su tiempo y no le dejaba ver a su familia y al cabo de tres años murió. Cuando se enteró la mujer, se murió de tristeza. El rey tuvo una depresión cuando se enteró que murió Hammad, el reino se fue a la pobreza por culpa del rey y después un ciervo llamado Hakim le robó la alfombra que hizo Hammad. Él fue a buscarlo y se perdió en el desierto y se encontró con un ladrón llamado Saluk y se hicieron muy buenos amigos.
Salut le contó que era hijo de Hammad y el Walid y le dijo que le hizo muchas cosas malas a su padre, entonces le dijo Salut que si lo volvía a ver lo mataba, Walid se encontró a una tribu que estaba otro hijo de Hammad que se llamaba Hassan y se hizo muy buen amigo de la hija llamada Zahra, se marchó a Damasco para no contarle lo que le hizo al padre, unos hombre le pegaron a Walid y se llevaron a Zahra y Karim le ayudó contra los ladrones, se encontró a Zahra y Raschid, que era hijo de Hammad, le ayudó mucho y se marchó para no decirle la verdad del padre. Zahra y Walid le quitó la alfombra a Hakim. En el desierto estando con todos los hijos de Hammad, cortaron la alfombra en cuatro trozo y a Walid le dieron un trozo de la alfombra, porque los hijo dijeron que su padre había hecho su gran obra maestra y perdonaron a Walid.
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