Fue en el S. XVII cuando comenzaron las tareas de estudio y reconstrucción de Birka, situada al sureste de Suecia, datada entre los S. VIII y X d. C. y considerada la ciudad más antigua de dicho país y patrimonio de la humanidad. Incluso hace tres siglos, los posibles hallazgos de la mítica Birka ya presagiaban que muchas preguntas tendrían sorprendentes respuestas, al tiempo que surgirían nuevos interrogantes…
No fue hasta 1880 cuando se encontraron más de 3000 tumbas, destacando, por su privilegiada ubicación y orientación, la catalogada como Bj581. En 1889, terminadas la tareas de exhumación, Bj581 no defraudó: se había hallado a un auténtico y excepcional guerrero y líder vikingo. Así al menos parecía indicarlo el generoso ajuar que acompañaba los restos de aquella persona y que incluía atuendo militar, una completa batería de armas como espadas, escudos, lanzas, un hacha e incluso flechas con puntas capaces de atravesar armaduras; dos caballos, uno hembra y otro macho y, lo más curioso de todo, un tablero y, asida por sus manos, una bolsa con piezas de estrategia. Todo ello apuntaba a que no estábamos solamente ante un alto rango militar, sino además ante un estratega que lideraba y dirigía a las tropas en el campo de batalla.
Sin embargo, por aquellos años, aunque sin ser experto pero a ojo de buen cubero, ya hubo quien apuntó la posibilidad de que aquel esqueleto no correspondiese estrictamente a un “vikingo”…, pero cualquier idea contraria a esto sólo podía ser descartada por inconcebible e irrisoria. No obstante, no sé si aquella cadera pedía guerra, pero sí parecía estar pidiendo a gritos justicia y verdad sobre su identidad.
Pero la duda, o mejor aquellas caderas, seguían ahí…
Así, en 2016 fueron publicados los resultados de los análisis realizados por la bioarqueóloga de la Universidad de Estocolmo, Anna Kjellström que, considerando mandíbula, huesos pélvicos y caja torácica, volvía a determinar que las dimensiones de aquel esqueleto se correspondían con las propias de una fémina. Una vez más la conclusión se rechaza, argumentándose en esta ocasión que las tareas de excavación se habían realizado hacía más de un siglo, cabiendo la posibilidad de que los restos se hubieran etiquetado erróneamente o el esqueleto se hubiera mezclado con huesos de otras personas.
Pero en esta ocasión, el nuevo descarte no quedó sin respuesta y aquel mismo año, y tomando todos los argumentos en contra de aquel análisis, un equipo de la Universidad de Uppsala liderado por la antropóloga Charlote Hedenstierna-Jonson, procedió a realizar diferentes tipos de pruebas, entre ellas, de ADN, dándose que el ADN mitocondrial determinaba que todos los huesos pertenecían a una misma persona y, por desgracia para algunos, el ADN nuclear señalaba que el cromosoma Y brillaba por su ausencia. Las pruebas no quedaron ahí, ya que el estudio de la dentadura confirmaba que aquella ¡¡MUJER!! encajaba con el concepto nórdico de vikingo o “luchador errante”, pues ponía de manifiesto que ni siquiera había nacido en Birka y había llevado una vida itinerante. Y, aunque el ajuar militar de Bj581 es excepcional, no es el único caso de mujeres guerreras, pues las exhumaciones y estudios realizados hasta la fecha en asentamientos del norte de Inglaterra señalan que la mitad de los restos hallados corresponden a mujeres.
¿Quién es Bj581? En teoría una guerrera vikinga, líder y estratega militar. Y digo “teoría” porque mientras los prejuicios y el sesgo de género sigan contaminando eso que llamamos “ciencia”, durante 136 años más, Bj581 seguirá siendo mera posibilidad…
Feliz 8 de marzo, GUERRERAS y no dejéis de mover las caderas!!!!
Inmaculada C. Torres Lobillo. Marzo 2017.
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